Hace algo más de una década, el desembarco de las plataformas para la contratación de alojamientos turísticos sin intermediarios revolucionó -y obligó a reinventarse- al mercado hotelero.
El crecimiento del fenómeno, motorizado por la mayor rentabilidad obtenida por los propietarios y la agilidad que supone este tipo de transacciones para los huéspedes de paso, de forma indirecta también produjo un cimbronazo en el mercado de los alquileres permanentes.
Por una parte, muchos de los dueños decidieron retirar del mercado las propiedades antes destinadas a renta convencional para volcarlas a plataformas como Airbnb donde los acuerdos se cierran en dólares y las ocupaciones son breves, minimizando así el riesgo de lidiar con locatarios que presenten algún conflicto a la hora de abandonar la vivienda o renegociar contratos. Del otro lado de la mesa, los perjudicados de la ecuación: las personas con necesidad habitacional, que cada vez cuentan con menos unidades disponibles para el alquiler, a precios cada vez más inalcanzables.
Aunque incipiente, esta tendencia comienza a reflejarse en Pilar acentuando la históricamente desbalanceada relación entre la oferta de alquileres - siempre escasa- y la demanda en permanente ascenso.
Basta con abrir la aplicación Airbnb y colocar en el buscador la localización "Partido de Pilar", para que aparezcan unas 139 unidades disponibles para ser ocupadas durante esta semana, entre departamentos de distintos ambientes y casas en barrios abiertos y cerrados.
Los precios están expresados en dólares y oscilan entre los 28 y los 1.800 dólares la noche.
Ahondando en la oferta, los valores más accesibles corresponden a viviendas ubicadas en el centro de Pilar. En este sentido, una casa con una habitación, un pequeño baño y equipada con lavarropas, ronda los 30 dólares. Mientras que un departamento de dos ambientes en un condominio pilarense o ubicado en el centro de alguna de las localidades oscila entre los 30 y los 40 dólares.
El precio se eleva a 50 dólares en adelante si la unidad está ubicada en un condominio ubicado sobre Panamericana. Mientras que un monoambiente en un complejo como Lagoon, con laguna privada, cuesta 55 dólares.
En el universo de las urbanizaciones cerradas, la amplitud de valores se acentúa de forma notable. Por 100 dólares la noche puede rentarse una vivienda con pileta en un barrio privado de La Lonja, Villa Rosa y Manzanares. Los valores se elevan a 200 dólares dependiendo de las características y metros cuadrados de la vivienda. En tanto que una casa quinta para más de 10 huéspedes puede rondar los 600 dólares la noche.
El salto se da en las propiedades ubicadas dentro de countries, donde el costo por una noche promedia los 500 dólares y puede elevarse hasta superar los 1.500 dólares.
A modo de ejemplo, una casa en Highland Park 700 metros cubiertos y 2.000 metros de superficie total, con ascensor, gimnasio, pileta, parrilla cerrada, cinco dormitorios, ocho baños, dos cocheras techadas y 10 cocheras más al aire libre, cuesta 1.800 dólares.

(pilaradiario)